La ley de bosques duerme en el Senado, mientras Greenpeace acusa: se tala un árbol cada 2 minutos
Diario Norte Edición Digital - Lunes 04 de junio de 2007.

Producción de Guillermo Koster
A horas de celebrarse Día Mundial del Medio Ambiente y mientras una ley para proteger los bosques nativos espera en el Congreso de la Nación, la deforestación no para. Bajo esta premisa y mientras la denominada ley Bonasso duerme en algún cajón del Senado nacional, los activistas de Greenpeace volvieron al ruedo con una original manifestación en la misma plaza del Congreso, simulando ser senadores que duermen en sus bancas, reclamando a los legisladores que dejen de dormir y traten la ley de protección de los bosques nativos.
Si bien la del Chaco siempre fue observada como una provincia con los deberes mal hechos en esta materia, el propio director político de la entidad, Juan Carlos Villalonga, a su paso por Resistencia, se encargó de destacar la tarea que viene haciendo en este marco la gestión Nikisch, asegurando que el actual gobierno “asumió una actitud mesurada y racional con la suspensión desde el año pasado de los permisos”.
En su resolución 2994 (XXVII) del 15 de diciembre de 1972, la Asamblea General de la ONU designó el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente, con miras a hacer más profunda la conciencia universal de la necesidad de proteger y mejorar el ambiente. Mientras, nuevos informes publicados en medios nacionales hablan de un desmonte indiscriminado que no para, con cifras que alarmarían a más de uno.
“Las demoras en el Congreso nos están costando la pérdida de bosques del equivalente a mil canchas de fútbol por día. Por cada hectárea destruida perdemos inmensos beneficios sociales y ambientales”, advierten desde la entidad internacional en su serie de denuncias. Así, enfatizan:
“Nuestro país se encuentra en una verdadera emergencia forestal. Mientras una ley que puede proteger a los bosques espera en un cajón para ser tratada, las topadoras siguen avanzando, destruyendo la biodiversidad y desalojando a miles de campesinos e indígenas”.
Ante esta situación, hacen un llamado a los “señores senadores: Los últimos bosques nativos del país están en sus manos. No hay tiempo que perder”.
Entre esas manos senatoriales se encuentran las de los representantes de ocho provincias, entre ellas, Salta, Chaco, Santiago del Estero y Misiones, y algunos de sus representantes se manifestaron en varias oportunidades contra el proyecto de ley aprobado en Diputados que protege a los bosques nativos.
Según fuentes legislativas, éstos se desmontan a razón de más de 200 mil hectáreas por año, lo que en la práctica equivale a diez veces la superficie de la Capital Federal.
Los números son escalofriantes. Más si se tienen en cuenta que son los oficiales, los que no siempre reflejan toda una realidad. Según estas estadísticas, se tala un árbol cada dos minutos, lo que arroja una cifra de 21.600 por mes. Los datos acusan aun mayor estupor, cuando se saben y conocen las consecuencias devastadora que esta tala indiscriminada produce en el medio ambiente.
En este marco, la extensión de la frontera agrícola y el reemplazo de los bosques nativos por el monocultivo de la soja aparecen como las causas centrales de este fenómeno. Y, en esta materia, el norte del país aparece como un monumento natural a esta preocupante realidad.
Los especialistas, por cuanto medio de comunicación exista, salen a decir de una u otra forma los efectos nefastos del fenómeno, cuyo objetivo básico no es otro que explicar los alcances del problema y referirse a la necesidad de una toma de conciencia de la dirigencia toda.
El Chaco entra en este contexto, porque se sabe que las provincias del norte argentino son las áreas más sensibles, donde la deforestación mantiene un ritmo abrumador.
Vale un botón de muestra para reflejar tal afirmación: en un sector del Chaco (en la zona de El Sauzalito), que comprende también a Formosa, una imagen satelital del 9 de agosto de 2002 demuestra que en la zona fueron deforestadas, entre 1997 y 2002, 128 hectáreas.
En el mismo lugar, con otra imagen satelital, se asegura que desde ese año hasta 2006, suman 23.610 las hectáreas desmontadas. Es el subsecretario de Medio Ambiente de la Nación, Miguel Pellerano, quien confirma la mala y aporta mayores datos:
“Entre 1998 y 2002, en Argentina se deforestaron 918.599 hectáreas de bosques nativos, fundamentalmente en Salta, Chaco, Misiones y Tucumán”, dispara.
Los bosques nativos están formados por especies autóctonas, como el algarrobo, el quebracho o la lenga, los que tardan muchos años en reproducirse. En los últimos 90 años, el país perdió 73 millones de hectáreas de bosque nativo y hoy sólo le quedan 33 millones.
En tanto, el profesor Norberto Ovando, vicepresidente de Parques Nacionales, se muestra sumamente crítico del proceso: “El país perdió el 39 por ciento de su cobertura forestal boscosa, lo que es muchísimo. El país está atravesando uno de los procesos de deforestación más graves de su historia. Estamos todos buscando más terreno para batir otro récord de cosecha; pero nadie habla de sus consecuencias”, advierte.
Sin embargo, el subsecretario de Recursos Naturales de la provincia, ingeniero Bruno Schwesig, rescata las labores del Chaco en la materia. “Todos estamos cambiando. Las políticas y las miradas hacia el futuro”, dice a NORTE. También se hace tiempo para referirse al ordenamiento territorial, el tema que hoy por hoy los ocupa:
“Servirá para saber qué tenemos y en función de eso manejar el bosque. En el Chaco nos anticipamos en varias medidas”, ratifica.
La ley aprobada en Diputados —pero que duerme en Senadores— suspende por un año el derecho de las provincias a concesionar nuevos permisos de explotación (no alcanza a los ya otorgados), obliga a realizar un ordenamiento de sus bosques y declara la emergencia forestal por cinco años.
También permite un aprovechamiento económico sustentable de estos bosques.
Mientras tanto, habrá que sacar la cuenta de cuántos árboles se acaban de talar cuando usted, lector, termine de leer esta nota.
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