La Armonía En La Diversidad Es Posible
En los últimos días, muchas de las notas que se han estado publicando en Igooh hablan principalmente sobre el conflicto con el campo, por ponerle algún nombre al asunto.
Es sumamente interesante observar -en un momento tan incendiario y sensible- cómo en un mismo espacio pueden convivir miradas y opiniones tan diversas.
Un contraste, si se quiere, con los episodios que se vivieron en las últimas jornadas de manifestaciones, insultos, empujones y aprietes. Otra versión de la realidad. Otra voz que dice, en la práctica misma, que la armonía en la diversidad es posible.
Algunas de esas notas son:
¿Se puede estar en contra del gobierno y el campo?, por Ruanda
La Argentina, ¿es un gran país?, por PCazau
Reflexión sobre el cacerolazo, por Lulus
¡Así no K!, nadie nos lleva de la nariz, por Surfer
Señora vaca, por Montesco
Retenciones. Protestas, desafíos y oportunidades, por Juan Gonzalez
Paros, piquetes, cortes: imágenes de la Argentina en blanco y negro, por Gilez
Campo vs Gobierno, por Franco
Argentinidad al Palo, por Zamponi
El paro del campo y sus consecuencias para unos y otros, por Aguila59
¿Entra en juego la Ley de Abastecimiento?, por GRB79
Piquete buenos – piquetes malos, por ElGrito
Decía, al comienzo de estas líneas, eso de “por ponerle algún nombre al asunto”, porque es evidente que la crisis que estamos atravesando -antigua y profunda- excede los límites, o alambrados, de la reacción mayoritaria de los productores agropecuarios frente a la aplicación de más impuestos y retenciones por parte del gobierno.
Básicamente, siento que hay mucho odio, resentimiento, violencia, tristeza y desolación. Y no sólo en los estratos más bajos de la sociedad. Lo veo prácticamente en cada esquina.
El otro día, almorzando con un amigo estadounidense (que había entrevistado en Yahoo!, el año pasado), me dijo: “Siento que acá en Buenos Aires los automovilistas me quieren matar; así, sencillamente así”.
Hace unos días leía el titular, enorme, en la tapa de tres diarios porteños: “Violencia en el fútbol”. Había cientos de historias maravillosas para contar ese día. Tal vez miles. Una, por ejemplo, que un grupo de unos veintitantos voluntarios había recorrido con guantes y bolsas de consorcio cada rincón del Parque Centenario, en Caballito, recogiendo la basura y los desperdicios.
La historia se contó en una de las páginas de esos matutinos, pero no salió precisamente en la portada. Había, les aseguro, cientos de historias de ese estilo para contar. Pero a tapa fue la violencia del fútbol que, si de noticias se trata, de novedad no tiene absolutamente nada.
Con respecto a aquel grupo de gente que se reunió un domingo cualquiera para limpiar una plaza, quisiera enfatizar el “veintitantos”, para destacar que se trataba del mismo número de personas que provocó los incidentes -de una violencia no ajena a una gran parte de los programas de televisión- ocasionados en las tribunas de un partido que ya ni recuerdo cuál era.
O, siguiendo con esa cifra del “dos” adelante, uno bien podría preguntarse: ¿cuánta gente se necesita para hacerle daño a toda una población? No tengo dudas: con apenas unos pocos, los estragos ocasionados pueden ser fatales y prolongarse por generaciones. La historia es testigo.
Me acuerdo que en 2004, cuando vivía en Suecia, una persona recibió un cheque del gobierno con unos cuantos miles de coronas suecas (que eran el equivalente a unos 500 euros), porque había sobrado dinero de la recaudación de impuestos y el gobierno les devolvía el excedente a sus ciudadanos. Lo único que dije cuando me contaron de qué se trataba ese papelito al portador fue que cuando lo contara en mi país se me iban a descostillar de la risa. Y así fue. En fin…
Eso es todo por hoy. Buen fin de semana para todos, y desde mi lugar pongo todas las intenciones para que la paz, la inteligencia, la equidad y la armonía gobiernen en nuestro país.
Ignacio Escribano
Editor de Igooh.com
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