Los Niños Que Consumen TV
La NaciOnline - 15/09/2006.
Un informe reciente, producido por la central de medios Ignis View, revela que en el último lustro ha crecido en un 13 por ciento el consumo infantil de TV.
Esto significa que 1.500.000 niños en la franja de edad que media entre los 4 y los 8 años ven 5 horas diarias de programas televisivos, de los cuales una buena parte no está dedicada a la infancia y se emite fuera de los horarios de protección al menor.
Los datos actuales confirman una realidad que inquieta más a medida que se acentúa, por lo cual es necesario definir criterios que orienten a las familias y a quienes tienen la responsabilidad de educar a nuestra niñez y juventud.
Se observa que no hay absoluta coincidencia en los juicios que se pronuncian al respecto, diversidad resultante de la distinta perspectiva a partir de la cual se juzga el tema.
Así, quienes se ocupan de la salud psicológica del niño transmiten una clara inquietud por la carga nerviosa que afecta a un chico expuesto a tantas horas de televisión y cuyos efectos se manifiestan en síntomas de ansiedad, reducción del sueño reparador y desatención diurna que resienten su actividad escolar.
Por otro lado, quienes observan el problema de la formación moral de la niñez previenen contra la sugestión de los ejemplos de violencia, perceptibles aun en programas cómicos -un pormenorizado estudio del Comité Federal de Radiodifusión informaba el año último que la TV argentina muestra, en promedio, un acto de violencia cada 15 minutos-, o de erotismo y degradación moral, que aparecen en pantalla como avances de otros programas, sin respetar los horarios de protección al menor.
Quienes consideran la relación entre educación y TV señalan que esta última constituye una especie de escuela de contenido aluvional a la cual los menores dedican muchas más horas que a la escuela formal a lo largo de todo el año.
Pero otros sostienen diferente punto de vista: consideran que la TV estimula procesos de atención múltiple en los niños, que aprenden tempranamente a decodificar con eficacia los contenidos que se difunden.
Desde luego, el desarrollo de esa habilidad no amengua el daño que pueda producir un material indeseable.
Desde otro ángulo, si se analiza el impacto de la televisión sobre la actividad lúdica -lo más característico de la infancia-, en un contexto de padres ocupados y sin posibilidad de dispensar el tiempo deseable a sus hijos, la TV asume por delegación un rol de contención en el hogar y se constituye en una verdadera "niñera electrónica", que termina escamoteando muchas horas del tiempo de juego que requiere la niñez.
Y estas consideraciones no agotan, por supuesto, todos los aspectos de la influencia que ejerce la televisión sobre los chicos.
Todos sabemos que los productos de orden técnico o tecnológico no son malos ni buenos en sí mismos, sino que dependen del uso que se les dé.
Esto pasa con la TV, por lo cual es necesario insistir en la apelación a la conciencia de quienes producen y difunden los programas de televisión para que asuman la enorme responsabilidad que les cabe en el uso de un medio tan poderoso y de tanta influencia, ante una platea tan vulnerable.
Asimismo, está en la conciencia de los mayores de cada familia preservar a los chicos, orientarlos, darles el tiempo que necesitan para sus juegos, acompañarlos en los ratos de exposición y apagar el aparato cuando lo que transmite no merece ser visto.
Resulta urgente que el Estado cumpla, también en esta materia, con la función indelegable de protección de los menores, inexplicablemente abandonada desde hace décadas por los tres poderes públicos.
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