La Educacion Como Negocio
REFLEXIONES DEL VIEJO PROFESOR
LA EDUCACIÓN COMO NEGOCIO
"...para no odiar
al mundo que me desprecia
porque no aprendo a robar"
E.S. Discépolo: Tormenta, tango, 1939
La educación es el mayor negocio del futuro. (¿Se puede saber qué es lo que quiere decir con eso? preguntó Ricardo al viejo profesor de Política Educacional cuando éste inició su Seminario semanal).
No es una frase mía (contestó). El asesor de un organismo internacional en postura de profeta anunció su mensaje. Y no es el único. En una prestigiosísima universidad del Norte otro similar dijo algo así como:
Se puede imaginar un país cuya mayor renta provenga, en el futuro, de su exportación de educación. (¿Eso quiere decir que habrá que dedicarse a producir educación y venderla? requirió Claudia).
Es eso pero también algo más. Es, sí, vender cursos, carreras, títulos a través de la denominada "educación transnacional" vía educación a distancia, Internet o tecnología electrónica. Esto lo veremos otra vez (postergó el profesor).
Hoy quiero señalar o enfatizar otro aspecto de la educación como negocio, es decir, como mercancía. Déjenme empezar por otro lado. Procedamos por analogía. Recuerden lo que sucedió en la Argentina en la década del 90.
Los poderosos grupos económicos internacionales, y los nacionales vinculables con aquéllos, descubrieron que en manos del Estado nacional había muchos miles de millones de pesos que naturalmente quedaban fuera del alcance y de los manejos de los "privados".
Ferrocarriles, aerolíneas, jubilaciones, bancos, autopistas, aeropuertos, servicios de salud, agua, gas, teléfonos, electricidad. Bien, Uds. lo recuerdan perfectamente.
¿Cómo hacer para que esa enorme masa de dinero y el manejo o gestión de la misma cambiara de manos y pasara a enriquecer a tales grupos? Muy simple: privatizándola. Para eso sólo se necesitaba un fundamento, una excusa, un pretexto que enseguida se encontró: el Estado es ineficiente, el privado manejaría mucho mejor esos dineros y haría mejores negocios para bien de todos.
Sabido es -se sostenía para que la gente lo creyera- que el Estado no gestiona bien. Y había su parte de verdad en eso. Toda obra humana puede gestionarse mal, sea privada o estatal. Ahora bien, si se vende y transfiere, por ejemplo, el dinero de las jubilaciones a los grupos privados, todo va a andar maravillosamente porque esa enorme masa de dinero -aseguraban- va a revitalizar el mercado.
(Pero no sucedió así ni por casualidad, saltó Jorge, ahí tiene el caso de Aerolíneas Argentinas destrozada y a punto de desaparecer mal gestionada por los grupos privados. Los ferrocarriles siguen costando un millón de dólares diarios como cuando los manejaba el Estado y no ofrecen mejores servicios. Las AFJP no son tampoco un modelo de éxito y eso que falta mucho para que empiecen a enfrentar y pagar jubilaciones masivas. Bueno, no quiero abundar, es algo que todos conocemos y padecemos, subrayó).
Y sólo le falta agregar a Jorge (señaló el viejo profesor) que el pueblo argentino adhirió entusiasta a esa locura, a ese festival del remate. Ahora muchos se quejan de los resultados que eran previsibles. (¿Por qué dice que eran previsibles? preguntó Ricardo y el profesor contestó:) Por la naturaleza misma del capitalismo que se asienta en el egoísmo.
Y por el artículo inicial de su credo: Todo lo que pueda ser negocio, o sea todo lo que dé "guita", debe ir a las manos de los que se dedican a ella, o sea de los grupos privados, y eso debe ocurrir en todo el mundo, sin que haya límites ni fronteras, que por algo la realidad se ha globalizado. Globalizar es repartirse el mundo. (Parecía que el profesor quería recordar algo).
Como hace mucho escribió en una canción M.E. Walsh: "el mundo nunca ha sido para todo el mundo". A unos les toca en el reparto la miseria globalizada y a otros la apropiación global de las ganancias.
Apropiarse... (Que el tono del profesor adquiría un tono de predicador ideológico parcial, objetó Francisco; que cargaba las tintas sobre un fenómeno que, si predomina en el mundo, es porque va en la dirección de la historia, y que el capitalismo triunfante alcanza resultados asombrosos, especialmente en el campo de la tecnología y del conocimiento aplicado; eso exigía analizarlo superando los prejuicios y las posturas a priori.
El profesor escuchó sin inmutarse ni refutar y prosiguió:) Apropiarse es excluir al otro, es no compartir, es despojar. La esencia del capitalismo, la naturaleza del egoísmo es el "todo para mí", un todo para mí sin límites porque viene garantizado por la "libertad".
(Discúlpeme, profesor, intervino Osvaldo, pero no tengo claro hacia donde estamos yendo en esta exposición que Ud. empezó calificando la educación del futuro).
Llego a lo mío. Ahora los grupos económicos, siempre alertas a los negocios que puedan dar ganancias, descubren que en el campo de la educación se manejan miles de millones, como antes era el caso de las jubilaciones o del transporte, y que en gran medida se encuentran en manos del Estado. Que además promete ser un campo en el cual hay mucho margen para introducir tecnología, es decir aparataje que naturalmente se vende. En suma: si la educación se presenta como un promisorio campo de negocios, la conclusión es: hay que apoderarse de la educación.
(¿No estará Vd. exagerando partiendo de un prejuicio? ¿Son suficientes las sospechas para fundamentar tales conclusiones? planteó Helba).
Recuerden (continuaba el profesor) que el sabio asesor-profeta predijo que sería el mayor negocio del futuro. Sólo en la Argentina hay once millones de consumidores sin contar los docentes ni los padres ni el personal de apoyo administrativo y técnico. Decisión: hay que invadir y apoderarse de los sistemas educativos.
Quiero señalar que no es que a las grandes corporaciones les interese la educación como tal. Solamente el negocio. Si pudieran privatizarían o sea se apoderarían de la lluvia, de la luz del sol, de la naturaleza y de sus poderes seminales. (Por favor, no dé ideas, interrumpió Jorge y el profesor continuó:). Porque a ellas les interesa cualquier actividad donde exista mucho dinero que pueda ser apropiado. Eso sí, si es posible, adquirirla a precio vil y con variadas trampas legales para obtener el mayor beneficio.
El enfoque es: "la educación es simplemente un mercado más" , no desperdiciable, en el que hay que estar presente y disputarlo entre "nosotros", o sea la supuesta y mentada competitividad por la calidad pero que sólo compite por el lucro.
¿No sería un negocio interesante apropiarse de la Universidad de Buenos Aires con sus miles de alumnos, sus excelentes y experimentados profesores, su trayectoria, su prestigio, sus premios Nobel, sus laboratorios, bibliotecas, edificios, propiedades...?
(Preocupada inquiere Claudia: ¿Pero así no se corre el riesgo de que se produzca una suerte de "macdonaldización" de la educación que terminará presunta y análogamente ofreciendo a precio elevado una suerte de "educación basura"?)
No pretendo ser profeta pero mucho me temo que algo así habrá de ocurrir (repuso el profesor, hizo una pausa como para reencontrar el hilo y retomó:). El término "privatizar" significa ahora otra cosa. No se refiere a la disyuntiva entre escuela estatal y privada pensando en la pequeña escuela privada N.S. del Huerto o el Liceo Armenio. Estas también serán barridas y apropiadas por los grupos económicos. No subsistirán porque son una especie de PYMES a las que harán desaparecer, como aconteció con las otras PYMES vinculadas con o dependientes de aquellas grandes áreas de negocios que recordamos. La cacería será cruel.
(¿La gente se inclinará por esa privatización - como ocurrió en la década del 90- sostenida en los pretextos de racionalización, ajuste, mayor eficiencia, planificación, eliminación del déficit, inadecuada gestión de las universidades del Estado?, preguntó Ricardo).
No sé que hará la conciencia argentina. La lucha será dura. Pero la "transnacionalización" de la educación ya está actuando como un modo inicial de competir y de desplazar. Como dije lo veremos en otra ocasión. Y ahora va mi enunciado para que lo discutan:
El capitalismo es intrínsecamente perverso. Su esencia es el despojo y la destrucción del otro bajo el paraguas de la competencia. No hay capitalismo bueno.
(Y así, como no todos coincidían, empezó en el Seminario de Política Educacional una discusión que todavía no ha terminado y que anda en busca de más intervinientes, teniendo en cuenta que los grupos económicos no discutirán el tema. Ellos simplemente actúan, había dicho el profesor).
Buenos Aires, abril 2000.
GUSTAVO F.J. CIRIGLIANO
Puede ser reproducido
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