20.000 Armas De Fuego ...

El abuso de las armas de fuego es un fenómeno creciente a nivel mundial y cada vez son más los controles que se implementan para tener una sociedad más segura; aunque siempre se darán situaciones desgraciadas por mal manejo, delincuencia o excesos.

En nuestra provincia, unas 20.000 personas poseen armas de acuerdo con las estadísticas que lleva el Renar, que a partir de 1995 comenzó a ocuparse del registro de las armas de uso civil.

Además, los requisitos para la tenencia, traslado y portación de armas se han refinado, amén de ponerse mucho más control en el expendio de municiones y cartuchos.

El delegado inspector a cargo del organismo en esta ciudad, ingeniero Pablo A. Beneyto, hizo un balance de lo ocurrido durante 2005; y, aunque están abocados a la elaboración de la estadística anual, precisó que cerca de dos mil solicitudes ingresaron en el organismo.

Asimismo, se presentaron 700 solicitudes de legítimos usuarios, 750 para tenencia y se realizaron cerca de 120 reempadronamientos más.

Señaló también que "seguramente habrá más armas; pero serán las que se mueven a través del mercado negro. Aunque no sabemos a ciencia cierta si es así, porque no tenemos ninguna prueba. Asimismo, hay que tener en cuenta que, de las armas incautadas en procedimientos policiales, una gran mayoría está compuesta por armas caseras que no se registran, y otro grupo de las que sí están registradas.

La gran ventaja es que, de las armas que están involucradas en algún hecho delictivo, los legítimos usuarios no son los que lo cometen, la persona que está inscripta en Renar no es la que comete el delito, y el porcentaje de éstos alcanza el 0,02 por ciento. Incluso, de este pequeño índice, cerca de un 85 por ciento salen fallando a favor del usuario".

Con la desaparición de las instalaciones del Tiro Federal, se produjo en nuestra ciudad un vacío en cuanto a campos de práctica y aprendizaje de tiro, y quedó en manos de los usuarios víctimas de hechos delictivos o atemorizados la adquisición y el aprendizaje del uso de algunas armas de fuego, principalmente de calibre 22, cuya venta al público tuvo un pico a finales de los 90.

Algo que costó muchos disgustos fue el hecho de que las mismas víctimas de la inseguridad que trataron de defenderse por sí mismos terminaron perdiendo sus armas a manos de los ladrones; o, en el peor de los casos, heridos.

Esta abundancia de armas en manos de civiles llevó a que, en la actualidad, en cualquier episodio de robo domiciliario los cacos se hagan de algunas armas y municiones que ingresan en el mercado negro.

Si bien no existen datos precisos sobre el tráfico de armamento fuera de ámbito legal, es un dato conocido por la policía y entendidos en el tema que hoy en Resistencia puede conseguirse una pistola calibre 22 de primera marca en 200 pesos, cuando su valor en armerías ronda los 700. Esta diferencia se acentúa con las armas de mayor calibre; aunque la venta y cambio de manos de éstas no es frecuente en nuestro medio.

Si existe un arma peligrosa para el que la maneja y para la víctima es la denominada tumbera, un diseño casero que puede adoptar muchas formas, pero que básicamente dispara un cartucho de escopeta mediante acción manual a través de un cañón que —en el mejor de los casos— fue cortado del cuadro de una bicicleta, como garantía de acero de calidad.

Esta arma, muy popular entre los delincuentes juveniles, es fácil de construir y dispara cartuchos de escopeta que todavía se pueden adquirir libremente en algunos sitios. Una tumbera es peligrosa a más de diez metros de distancia, que es lo que recorren —depende del cartucho— los tacos que separan la carga de la munición y pueden causar serias heridas.

Otro aspecto menos conocido de las tumberas es que los delincuentes se proveen de cartuchos robados o de cualquier tipo, y los usan sin considerar la resistencia del arma. Hubo casos de estallido de ésta debido a cartuchos de mayor potencia que la que podía soportar el endeble cañón.

Un detalle para tener en cuenta es que en la actualidad no se puede comprar munición para ningún tipo de arma sin presentar la tarjeta de consumo de munición y la documentación del arma en cuestión.

El único insumo que puede comprarse en las armerías de manera libre es la munición a granel para la confección de cartuchos de escopeta; cualquier otro elemento requiere la presentación del registro de la máquina para fabricarlos o del arma con que serán disparados.

Esto determina que para los malvivientes hoy sea más difícil conseguir municiones que armas; aunque se estima que el remanente que existe en comercios rurales y en quioscos alcanzará para otros dos años de provisión marginal.

Se señala —como dato relevante— que cada vez son más las armas de fuego incautadas en manos de delincuentes que no tienen todos los cartuchos en el tambor o cargador, y muchos de éstos están percutados sin resultado, lo que habla del buen resultado en cuanto al control de municiones que lleva a los marginales a usar lo que encuentran.

Lo que para los armeros es mala noticia, para la sociedad puede tomarse como una buena señal, al menos en lo que al Chaco atañe: la venta de armas del tipo revólver o pistola de calibre civil (22, 32) ha bajado considerablemente; y la de armas de calibre mayor directamente está estancada.

Sólo se comercializan armas para caza e incluso cayó notablemente la venta de municiones y cartuchos debido a los requisitos que algunos armeros responsables se encargan de hacer cumplir a rajatablas, a sabiendas de que cada proyectil menos en la calle es una posible víctima menos de la inseguridad.

Lo que sí aumentó es la tramitación de carnés de legítimos usuarios por parte de las empresas de seguridad, cuya actividad va en crecimiento.

Fuente: Chaqueña.