Docentes del Chaco y Sus Vivencias -Argentina- "Un pueblo inculto es más fácil de dominar"

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miércoles, octubre 18, 2006

"Hay Demasiadas Normas De Educación"

La NaciOnline - 16/10/2006.
Chemist
Diálogo con el rector del Nacional Buenos Aires. La profusión de leyes confunde, dice Horacio Sanguinetti, que traza un panorama crítico pero esperanzado.

Inmersa en un escenario de crisis, la educación argentina afronta problemas externos, como la miseria y la emergencia social, pero también problemas que vienen de adentro, como teorías pedagógicas que ganan espacio y pocos favores les hacen a los alumnos.

Así lo percibe el educador Horacio Sanguinetti, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires desde 1983, que acaba de publicar La educación argentina en un laberinto (Fondo de Cultura Económica), donde reflexiona sobre el grave deterioro del sistema educativo, que irradió a toda la región en las primeras décadas del siglo XX y hoy navega a la deriva.

Flamante presidente de la Academia Nacional de Educación, Sanguinetti recibirá en noviembre próximo el premio Konex de Platino al educador más destacado de la última década. Entre las principales falencias que advierte, mientras se discute en el país la futura ley nacional de educación, señala la tendencia a pensar en grandes leyes declamativas, voluntaristas y reglamentarias en exceso.

"El primer proyecto de la ley federal de educación que elaboró el ex ministro Antonio Salonia en los años noventa tenía 25 artículos. Entró en el Senado y salió con 50. Pasó por Diputados y fue sancionada con 75 artículos. Ahora, la nueva ley que propone Filmus tiene 139, casi el doble", advierte el rector del colegio más prestigioso del país, al recibir a LA NACION en su despacho.

Sanguinetti, de 70 años, avanza más allá del diagnóstico y propone que el Ministerio de Educación recupere la potestad de tener, al menos, un colegio en cada capital de provincia. "Tendría un efecto contagio, porque sería un modelo, con buenos programas y los mejores profesores, lo que obligaría a las demás escuelas a renovarse", estima el rector, que entre agosto de 1996 y el mismo mes de 1997 fue secretario de Educación de la ciudad de Buenos Aires.

También sugiere que se impulsen escuelas plurilingües y no bilingües, como las llama el proyecto de Filmus, porque "no hay que promover sólo el inglés. ¿Dónde están el francés, el italiano, el portugués, el chino? Todo contribuye a la formación de la persona".

- ¿Por qué la educación está en un laberinto?
- Hay una gran confusión, demasiadas normas. Cada provincia tiene su propio sistema y no hay equilibrio. Las leyes tienen que presentar los grandes lineamientos, y los detalles deben estar en las normas reglamentarias. Una ley de educación no puede discutir cuántas horas de clases deben recibir los chicos. Con muy pocos artículos, la ley 1420, de educación común, la ley Avellaneda y la ley Láinez sostuvieron la buena educación que tuvo el país en las primeras décadas del siglo XX.

- ¿El único problema es la legislación?
- No. Los contenidos que se enseñan en cada jurisdicción son diferentes. Además, como históricamente los docentes estuvieron mal pagos, se les dieron en compensación otras ventajas, como licencias fáciles.

- ¿Alguna vez tuvieron un buen reconocimiento salarial?
- Los mejores promedios de salarios docentes se dieron en los gobiernos de Lanusse y de Illia. Después, siempre corrieron la liebre. El docente era el maestro, era respetado en todos lados; hoy se le toma el pelo en la televisión.

- ¿Los docentes le temen a la TV?
- Son conscientes de que hoy el chico pasa más tiempo sentado frente a la TV que en la clase. Y los riesgos se multiplican con Internet. El Estado tendría que tener un canal de TV de contenidos educativos. Los maestros, así como pueden dar lecturas obligatorias, podrían obligar a los alumnos a ver programas culturales, musicales, artísticos. Sería un buen modo de acercar ese monstruo, que debería ser el aliado de la escuela y no su enemigo.

- ¿La familia desertó de su misión pedagógica?
- Hoy ambos padres trabajan. Con toda razón, la mujer reclama su espacio profesional. Pero creo que los dos deben ocuparse de los hijos. La mejor manera es dedicarles tiempo, apoyarlos. Hoy no están y después los sobreprotegen cuando los chicos meten la pata.

- ¿La gente se preocupa por el estado de la educación?
- Se alarma cada tanto, cuando se conocen los fracasos en los ingresos universitarios. Después todo se olvida, pero los que estamos en esto lo sabemos muy bien. El Colegio Nacional de Buenos Aires es una isla, pero los chicos que vienen del primario llegan cada vez peor.

- ¿Hay forma de reducir la brecha entre los sectores pobres y los que reciben buena educación?
- El nuevo proyecto prevé que los mejores maestros vayan a las peores escuelas. Hoy el profesor recién recibido, con menos experiencia, va a un colegio de Villa Tachito. Habrá que ver cómo se instrumenta. La escuela tiene graves problemas externos, como la pobreza y la miseria. Pero también problemas internos, teorías de pedagogos que no conocen el aula y ganaron espacio. No se puede premiar al mérito porque el que no es premiado se deprime. No se promueve la relación maestro-discípulo. No se habla de enseñar, sino de aprendizaje. Y con los sistemas modernos de lectoescritura los chicos escriben cualquier cosa.

- ¿Qué efectos puede tener una nueva ley de educación?
- El proyecto tiene preceptos enunciativos y declarativos con los que todos estamos de acuerdo. En una encuesta oficial, el Gobierno preguntaba: "¿Quiere una educación de excelencia?". ¿Quién iba a responder que no? Otros artículos son normativos y con eso bastaría. Es útil, por ejemplo, el cambio de ciclos, volver al primario y al secundario.

- ¿No se corre el riesgo de creer que la ley tendrá efectos mágicos?
- Habrá que explicar que no. Dependerá de la instrumentación. Las leyes no son milagrosas, pero tienen un efecto orientador de las conductas. Yo no haría más de 20 artículos.

- ¿El Ministerio de Educación tiene herramientas para remontar la crisis?
- Tiene pocas. Tendrá que crearlas y empezar a tener más injerencia en las escuelas, en los programas y en la formación docente, fijar normas generales de disciplina. Las provincias pueden participar de los contenidos en un porcentaje, pero la base uniforme la tiene que dar el gobierno nacional.

- ¿El mundo de la educación no adeuda una autocrítica por el deterioro de la reforma?
- En algunos casos está dada. La propia ex ministra Susana Decibe dijo que la reforma no anduvo porque no lo permitió el modelo económico del gobierno que ella integraba. También hicieron una autocrítica el actual ministro Filmus y el anterior director general de Educación bonaerense, Mario Oporto, que advirtió sobre un efecto impensado en la transformación educativa: la despoblación del campo.

- ¿Hay una salida del laberinto?
- Soy visceralmente optimista, pero cerebralmente más cauto. Hay algunos datos positivos. Hay conciencia de que la educación está mal y de que debemos sacarla adelante entre todos. No hay dudas ni peleas, como hubo con la ley federal de educación, que fue muy resistida. Es un buen momento, por lo menos, para encontrar la punta del ovillo que nos saque de laberinto.
Por Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION
Cambios para el Himno y Aurora
Aunque suene revolucionario, el rector Horacio Sanguinetti se anima a proponer cambios en la letra del Himno Nacional y en la canción Aurora , que tantos alumnos cantan al ingresar en la escuela.

"¿Cómo podemos seguir diciendo Oh, juremos con gloria morir ? Eso era apropiado en 1813, en los tiempos de la Independencia. Pero ahora, ¡basta de muerte! Tendríamos que cantar: ¡ con gloria vivir !"

La misma indignación le causa la traducción de Aurora , tomada de una ópera que narra una historia de amor y guerra situada en Córdoba a mediados de 1810.

"Ni los grandes entendemos qué significa Aurora irradial ... Tendría que decir triunfal. La letra, traducida en 1946, habla de Azul un ala del color del cielo ... ¿y la otra ala?", se queja, con una dosis de humor.

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