"Sin Compromiso Del Estado, La Escuela Es Insuficiente"
La NaciOnline - Martes 08 de agosto de 2006.
Entrevista con Sandra Carli y Paula Mateos. Para las investigadoras, la infancia es un termómetro de la desigualdad social.
Como en pocos otros campos, el mapa de la infancia en la Argentina es el termómetro de la desigualdad social, que ensanchó diferencias en los años 90, cuando quedaron cristalizadas dos realidades: los chicos de la calle y la niñez desbordada por los altos niveles de consumo.
Así lo refleja el libro "La cuestión de la infancia. Entre la escuela, la calle y el shopping" (Paidós), de la licenciada Sandra Carli, investigadora del Conicet y del Instituto Gino Germani de la UBA, que compiló artículos de diez investigadores de distintas áreas sobre la deuda que pesa sobre los más chicos en la sociedad.
"En los años 90, la Argentina ha sido un laboratorio social. Los chicos crecieron en un escenario de profundos cambios. Se pasó de una sociedad infantil caracterizada por la mezcla social a una marcada crecientemente por las diferencias sociales", advierte Carli, en diálogo con LA NACION.
Algunos índices ayudan a comprender el escenario: al comenzar este siglo, en el país el 55,6% de los menores de 18 años eran pobres y casi el 60% de los pobres eran menores de 24 años, según los datos recopilados en el libro.
"Una particularidad de la infancia en la Argentina es que no es una, sino que hay una multiplicidad de infancias diversas. No son homogéneas. Según el grupo social, depende las experiencias que les toca vivir", advierte la socióloga e investigadora Paula Mateos, autora de uno de los capítulos, referido a las trayectorias y aprendizajes sociales de los chicos de la calle.
-¿Esa fragmentación es propia de la sociedad argentina?
Carli: -Quizá lo paradigmático es que en la Argentina el cambio se produjo de manera más dramática y más extrema en las últimas décadas.
-¿En otros países hubo previsiones?
Carli: -En buena parte del siglo XX, en la Argentina predominó un proceso de movilidad social ascendente y en los años 90 irrumpió un proceso descendente, que transformó a la sociedad en gran escala.
-¿La sociedad argentina tardó en reaccionar?
Carli: -Todavía no reaccionó. Las tapas de los diarios muestran algo que ya sabemos. No se toma conciencia de la gravedad.
-¿Cuáles son los principales riesgos?
Mateos: -Los chicos en situación de calle tienen riesgos muy dramáticos, desde el sometimiento a la supervivencia y al trabajo infantil hasta la explotación y distintos modos de ser corrompidos.
Carli: -En la Argentina siempre hubo pobreza, pero las clases populares tenían trabajo. Había una situación de estabilidad que permitía condiciones de vida muy dignas.
-¿Hay riesgos en otros sectores sociales?
Mateos: -Sí, el consumismo. Chicos sometidos al bombardeo publicitario, al consumo, a quienes se les crean necesidades nuevas, que son construidas y formateadas por el mensaje publicitario. Es un riesgo que los aleja de sus culturas familiares y comunitarias.
Carli: -Es un fenómeno cultural que impacta sobre las nuevas generaciones, más allá del sector social. Lo que varía son las posibilidades de acceso y apropiación de los productos.
-¿Hay modos de revertir estas situaciones?
Mateos: -Es preciso pensar de otro modo la realidad de los niños en situación de calle. Hay que quitar los estigmas, repensar cuestiones vinculadas con la escuela. Muchos pasan por las aulas, pero sus aprendizajes los adquieren fuera de la escuela. Sus maestros son otros chicos más grandes, en su misma condición.
-¿La escuela ha abandonado sus responsabilidades?
Mateos: -En San Juan, por ejemplo, en los últimos cinco años, los alumnos de escuelas públicas perdieron un ciclo lectivo entero por los paros. Más allá de las connotaciones políticas, muchos aspectos de la vida cotidiana se han disgregado por la discontinuidad de las clases. El Estado no ha podido garantizar una escuela segura y permanente. Se pierden hábitos de estudio y espacios de sociabilización.
-¿Muchos chicos se sienten expulsados de la escuela aún antes de abandonarla?
Carli: -En algunas experiencias con chicos de la calle aparecen cuestionamientos de ese tipo. Muchos chicos acumulan fracasos escolares. De alguna manera, esas escuelas no fueron eficaces a la hora de contenerlos. A veces, la escuela no puede procesar realidades familiares complicadas y se encuentra con situaciones atravesadas por el trabajo infantil.
-¿Eso antes no ocurría?
Mateos: -Pasaba de otro modo, pasaba menos o en algún momento no pasaba. Pero hoy, muchas escuelas de la periferia urbana, en las provincias, se vacían en determinados momentos durante diez días.
Carli: -Hoy se advierte, además, cierta flexibilización de la obligatoriedad escolar. ¿Quién controla hoy si el chico va o no a la escuela?
-¿Son insuficientes los esfuerzos que se hacen en educación?
Carli: -Es una deuda pendiente, pero no podemos caer en la reducción de pretender que sea la escuela la que contenga y nada más. Sin compromiso de un Estado que sustente la escuela que contenga a los niños, su tarea será insuficiente.
Por Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION
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