Motomalvados, Un Servicio Cada Vez Más Peligroso
Primera Línea Online - Lunes 11 de septiembre de 2006.
Señor Director:Aunque el servicio de los trabajadores de mensajería en la ciudad de Resistencia es, como dice una nota publicada en su medio, cada vez más demandado por la gente, me veo en la necesidad de agregar algunos detalles que fueron omitidos en el medio que usted dirige.
Las oportunidades laborales, como todo ciudadano con sentido común y un poco informado sabe, no es que están sobrando en la ciudad, en la provincia y en el país.
Así como los remises surgieron en los 90, dejando atrás o en un segundo plano el trabajo que venían haciendo taxistas, el fenómeno en el 2000 fue el crecimiento de las empresas de motomensajería.
En el primer caso, hay un sector que salió perdiendo en esto y que tuvo que ceder lugar: los taxis, que hoy ya no existen en la ciudad. En el segundo, estas motos veloces que esquivamos por las calles vienen a cubrir el sector de la modorra de la clase trabajadora.
La globalización y el sistema fueron mutando el concepto de la palabra confort para trasladar al concepto de pereza o modorra.
Y esto está clarísimamente vertido en la información por su medio publicada cuando, al consultársele a un trabajador sobre sus servicios, responde sinceramente: “La gente no quiere salir a caminar para comprar algo, entonces te llaman”.
Así, la clase media y alta de la sociedad hace uso casi extremo de este tipo de servicio que, hoy por hoy, puede soluciona a uno casi cualquier necesidad que tenga, casi cualquier necesidad.
El hecho es que estas personas que se ganan el mango dignamente pasando la mayor parte del día sobre una motocicleta, están mal pagos como el sector mayoritario de la provincia. Esto los lleva a intentar hacer la mayor cantidad de mandados en el menor tiempo posible.
Para llegar a su fin utilizan cualquier artilugio que nunca van a dejar de sorprender a uno. El otro día, sin ir más lejos, creo que casi me llevo por delante a uno de ellos. Caminando por la vereda, no en la calle.
Estas personas que, al igual que la gran mayoría de los remiseros, se piensan dueños de las calles de la ciudad, pierden el respeto hacia todo el mundo con tal de cumplir con su objetivo de llegar más rápido para hacer más mandados, para obtener más dinero, y así.
Sin luces, manejan por calles y veredas muy velozmente y obligan a un transeúnte a estar atento, no solo de los posibles robos que se puedan sufrir en esta ciudad, sino también atentos a no llevarse por delante uno de estos trabajadores.
La fuente de trabajo que poseen es digna y, por supuesto, muy respetada, pero hay espacio para todos y podemos intentar, entre todos, colaborar en hacer una ciudad un poco más tranquila.
Roberto Maidana
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