La crisis de la ignorancia (en España)
El ministerio de Educación y el ministerio de Trabajo (de España) –junto a todas las consejerías análogas- se vuelven a equivocar. Es algo ya demasiado habitual en ambos, pero no por ello deja de sorprenderme.
De todos es conocido el nivel de nuestro alumnado con respecto a los países de Europa. El famoso informe PISA nos puso en evidencia hace un par de años. Sin embargo, ni siquiera hacía falta un informe PISA para darse cuenta de nuestra situación a nivel educativo. Miles de profesores de Primaria, Secundaria, Bachillerato y Universidad denuncian a diario el deficiente nivel de nuestros alumnos.
Durante la última década, por eso del boom económico que estaba disfrutando nuestro país, miles de jóvenes abandonaron los estudios para acceder al mercado laboral. Otros tantos, por su parte, abandonaron los estudios para tocarse las partes pudendas en sus casas y establecer una pequeña dictadura en sus habitaciones, como si las hubiesen pagado ellos con el sudor de sus frentes.
Sólo un porcentaje mínimo accedía a estudios universitarios o a estudios especializados.
Los jóvenes que abandonaron los estudios comenzaron a trabajar principalmente en el fabuloso mundo de la construcción, como yeseros o peones de obra, cobrando un sueldo bastante decente que, unido a la falta de gastos -ya que vivían con sus padres-, les permitía pegarse una vida de lujo y reírse de todo dios.
Sin embargo, la ignorancia propia les impidió conocer que las épocas históricas son cíclicas, y que a las vacas gordas les siguen las flacas.
Ahora, con una crisis galopante que nos come por los pies, el ministerio de Trabajo y el ministerio de Educación se plantean qué hacer con toda esa marabunta de jóvenes que apenas saben escribir una frase sin faltas de ortografía.
Y como en dichos ministerios el nivel de inteligencia aún está por determinar, no se les ha ocurrido otra cosa que facilitar la reentrada de estos jóvenes para que finalicen sus estudios, obsequiarles con cientos de cursos de formación absolutamente gratis y buscarles una docena de prestaciones y ayudas para que puedan ir tirando.
Y no es que me parezca mal que se intente ayudar a todos estos jóvenes, pero es –comparativamente- absolutamente injusto para con aquellos jóvenes que sí han estudiado y a los que nadie –repito, nadie- se preocupa de ayudar. Muchos de esos jóvenes estudiosos, con un magnífico nivel de preparación, ni siquiera han podido acceder al mercado laboral. Tampoco pueden disfrutar de cursos de inglés gratis, y mucho menos reciben una prestación. Pero a éstos, que los zurzan.
El ministerio de Trabajo y de Educación –y todas las consejerías análogas- no parecen darse cuenta de que en el mundo actual la preparación de los trabajadores es básica para el desarrollo económico de cualquier sociedad. Países europeos en desarrollo son conscientes de ello, y por eso sus alumnos universitarios tienen un nivel impresionante.
Nosotros (los españoles), en cambio, con estas políticas para estudiantes vagos, lo que transmitimos a los jóvenes es que es mejor no dar palo al agua, porque cuando las cosas se pongan feas el papá Estado saldrá a nuestro rescate.
Sin embargo, si estudiamos, si nos esforzamos y logramos una buena formación, el Estado nos ayudará a que podamos comprar una alcayata para colgar nuestro título en la pared del cuarto de baño.
http://blogs.periodistadigital.com/ultimogrito.php/2010/11/03/p282431#more282431
Ven? ven? ... nosotros estamos pipi cucú ...
0 Comments
Publicar un comentario
<< Home