La Decisión De Eduardo Molina

Por Miguel A. Fernández,

director de NORTE

El enfrentamiento interno sin precedentes en la historia del Superior Tribunal de Justicia -que siempre se cargó de roces personales y no ha sido una batalla entre ministros radicales y otro justicialista si se miran los orígenes partidarios de éstos- que culminó con la instrucción sumarial y la investigación penal lanzada sobre Eduardo O. Molina para provocar con un juicio político su salida del alto cuerpo, podría convertirse en una tormenta en la medida en que al ex presidente de la Junta Federal de Cortes se lo puso en el banquillo y a merced de los diputados divididos en dos salas, a cuyos enjuagues siempre temió.

Entonces, entre resistir y dar pelea con su defensor Jorge Alcántara y aceptar la oferta de una retirada elegante, que lo pusiera a cubierto del riesgo de ser el blanco fijo de un forcejeo partidista a capa y espada, el ex ministro del gobernador Baroni parece haber elegido el segundo camino.

Molina ha considerado que, a pesar del margen de derrotar las imputaciones basadas en episodios domésticos de hace cuatro o cinco años, aún con ganar la batalla, su reintegro al STJ sería imposible.

No podría compartir una sola reunión de acuerdos con quienes asumieron el papel de sus verdugos y no cedieron -también se sabe- ni ante llamados a la reflexión del más alto liderazgo político que se pueda citar en el Chaco de hoy.

Si antes de que concluya esta semana Eduardo O. Molina presenta la renuncia que hará caer el juicio político es porque se tranquilizó al lograr que velozmente se desestimaran los cargos que también arrastraban a sus hijos, los abogados Pablo (secretario del Juzgado Federal de Corrientes) y Gonzalo (defensor oficial chaqueño), a quienes defendió con uñas y dientes como víctimas de un acto de ensañamiento con su familia.

Además, el beneficio jubilatorio del Insssep estará al alcance del renunciante, a quien también el Poder Judicial le reconocería el derecho a percibir alguna suma por varios años de vacaciones no tomadas.

Restan otros detalles por cerrar -como el sumario al que se sometió a judiciales de Villa Angela para castigarlos por haber firmado una carta de lectores en NORTE de respaldo a Molina-, que ponen en evidencia una delicada negociación en la que el bloque de diputados del PJ, en horas previas al escándalo por la expulsión de Sandra Mendoza, obtuvo la garantía -se dice- de que el sillón que se decidiera a dejar Molina corresponderá a un abogado propuesto por la oposición y no por la Alianza, habida cuenta de la madurada candidatura de Rolando Toledo, quien venía rondando el primer hueco que se produjera en la corte.

En suma, se podría evitar una tormenta política de gran riesgo para unos y otros; pero el cielo encapotado no se disipará hasta conocer la decisión final de Molina y advertir con el procedimiento de su reemplazo si se logra realmente cerrar una página que no será de las mejores en poco más de medio siglo del servicio judicial del Chaco.