Docentes del Chaco y Sus Vivencias -Argentina- "Un pueblo inculto es más fácil de dominar"

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lunes, agosto 20, 2007

Castelli: "Sólo Faltan Mesitas De Luz"

La NaciOnline - 19/08/2007.
Pool
Un centro hospitalario donde la salud se juega una de sus peores cartas. Su director dice que "lo que se ve, no es lo que es" y que "sólo faltan mesitas de luz".
CASTELLI, Chaco (De un enviado especial).- Hay un lugar en la puerta de El Impenetrable adonde van a parar los desnutridos y enfermos, en su mayoría aborígenes de la comunidad toba, con la críptica promesa de curarse.

Se trata del hospital Güemes, en Castelli, un centro de salud que, más bien, parece todo lo contrario, según observó LA NACION.

Las calamitosas instalaciones no cuentan con las condiciones mínimas de higiene; los que padecen tuberculosis comparten la sala de tisiología con otros pacientes; las camas están herrumbradas y sucias; los visitantes ingresan sin control; la incubadoras de lo que pretende ser una sala de neonatología están desenchufadas, y el aire resulta denso y malsano.

Allí, Bety Pellegrini aguarda sentada en una cama atiborrada de ropa sucia y utensilios que alguien la atienda. Hace más frío dentro de la habitación que afuera. "Estaba en mi casa tomando remedio casero, pero no pude más y me vine", dice Bety a LA NACION, ante la mirada de los otros pacientes que ocupan ocho camas. "Tengo mucho frío y me duele la espalda y los huesos", agrega.

Alguien arrima una balanza y las sospechas toman la forma gélida de las cifras: pesa apenas 40 kilos y mide 1,55 metros. Un cuadro de tuberculosis crónica, según comenta, la dejó en ese estado de desnutrición grave. Desde julio pasado permanece internada, pero sostiene que, a pesar de la medicación que toma, se siente cada vez peor.

En un rincón de la sala, una pareja de arañas bien guarnecidas observa la evolución de los enfermos. Corina Rolón está postrada en una cama y se retuerce del dolor. "Hace siete días que estoy esperando para una operación de vesícula", dice, y gime.

Más allá, Marcelo tose y se debate en las pesadillas de una intensa fiebre. Sufre conectado sólo a un suero y, según dice su acompañante, le habrían detectado tuberculosis. El ambiente resulta irrespirable.

En la habitación contigua, una anciana yace con los ojos abiertos sin decir una palabra. Algo la acecha en sus dolientes devaneos, pero mejor no preguntar. A su lado hay una cama vacía, como una señal mórbida.

En el pasillo, algunos familiares acampan a la espera de novedades. Nadie dialoga. Desde hace dos días, al menos, las autoridades del hospital decidieron suministrar un plato de comida.

Isidora Maidana, de 22 años, enferma de tuberculosis, tuvo mellizos. Son dos niñas, Delina y Melina, con dos meses de vida y un nacimiento prematuro de 1,900 kilos. Pero la madre sólo tiene a una de las bebas con ella. "¿Y la otra?", le preguntó LA NACION. "A Melina -relata- se la llevó una señora que no conozco. Dijeron que me la iban a traer pronto, pero mi papá la quiere dar en adopción y yo, no", expresó.

Para el director de la zona sanitaria VI, que comprende el hospital de Castelli, Javier Borelli, en cambio, la atención es totalmente normal. "Lo que se ve, no es lo que es", argumentó, respecto del estado de higiene del nosocomio. "Hay problemas, y muchos, como en todo el país, pero los pacientes están controlados", agregó.

Al consultarlo acerca de las necesidades más urgentes del centro de salud, señaló: "Por ahí nos están faltando mesitas de luz para que la gente apoye sus cosas".

Fuera del hospital, el aire corre y, paradójicamente, se respira salud.

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