Mafalda Argentina Peretto: 20 Años De Trabajo Por Los Tobas

Optimista. Luchadora incansable y llena de vitalidad, Mafalda Argentina Peretto, en pleno calor agobiante de Presidencia Roque Saenz Peña, en el centro del Chaco, dejó su sello en la comunidad aborigen toba.

Veinte de sus setenta años los pasó enseñándoles a leer y escribir a los miembros de esta comunidad en el populoso Barrio Nam Quom.

"Jamás olvidaré cuando Temay, un hombre de unos 60 años, logró escribir sus primeras palabras que decían ''gracias por enseñarnos a leer''. Eso nunca lo podré borrar de mi mente", cuenta la docente jubilada, que hoy trabaja como presidenta de la campaña Hambre de pan, de cultura y de Dios, de la iglesia católica.

Desde 1990 y hasta 1995, la campaña se suma al Plan Federal de Alfabetización, tomando una fuerte participación en la lecto escritura. "Así pude conocer cosas muy profundas, cosas de la simpleza de esta gente nuestra, de los aborígenes", señala.

Y en 1996, en el marco de la campaña mundial contra el hambre, la institución recibió una donación de Alemania, con la que se construyó un salón comunitario, donde hoy se realizan talleres de cocina, mecánica, carpintería y computación y también se dictan las clases de lecto escritura para adultos. Mafalda sigue trabajando allí como maestra.

"Tengo 70 años, pero me siento con todas las fuerzas y las ganas de trabajar, de dedicar tiempo a nuestros hermanos aborígenes —agrega—. Además, los alumnos tienen 40, 50 y hasta 70 años también. Realmente esto es apasionante. Es muy fuerte ver a personas de esa edad que quieren aprender a leer y a escribir".

Oriunda de Añatuya, Santiago del Estero, Mafalda se radicó en Roque Saenz Peña cuando era jovencita. "Siempre he tenido la inquietud de hacer algo práctico por los aborígenes", dice mientras carga un mate con algunas hojitas de menta.

Comenzó a trabajar con los tobas "en la época de Alfonsín", en 1983, en un local de la calle 33. "Fue muy fuerte la época de la hiperinflación, apenas nos alcanzaba para hacerles pan casero y mate cocido", recuerda. "Era una locura, vimos llorar a los chicos de hambre".

Cada vez más comprometida con la comunidad toba, Mafalda hoy intenta conseguir padrinos para seguir sosteniendo el salón comunitario y apela a la solidaridad de los argentinos que más tienen.

"Antes el arzobispado de Buenos Aires sostenía la campaña Hambre de pan ..., pero ahora no, y faltan recursos. Por eso, no me avergüenza pedir padrinos para nuestro salón, para seguir con los talleres. Lo más cruel que he visto es la falta de recursos. Sencillamente, porque cuando estamos en plena tarea, y muchos de nuestros hermanos aborígenes están a punto de alcanzar sus objetivos, faltan los recursos, faltan a veces esos dos pesos para completar una fotocopia o falta ese pasaje para viajar a Resistencia. Sinceramente, eso es cruel".

Mafalda vive actualmente sólo con su esposo, ya que todos sus hijos y nietos se encuentran "diseminados por varias lugares: unos en Resistencia, otros en Córdoba, otros en Buenos Aires", comenta al paso.

Y agrega. "Lo poco o lo mucho que hago, lo hago de corazón. Cada vez deberíamos ser más quienes nos dediquemos a la comunidad en la cual vivimos", concluye.

Eduardo López.

Chaco, Corresponsal Clarín.